viernes, 13 de noviembre de 2015

La cámara lúcida: nota sobre la fotografía, Roland Barthes


Lo que nunca fue 



1
El desarrollo de la fotografía y su inclusión al mundo del arte como hemos visto es en gran medida a que en Estados Unidos a principios del siglo XX buscaba una identidad y no tenía el peso de una tradición pictórica que detuviera el paso de la fotografía como medio de expresión artística, sumado a la influencia del pensamiento de Walt Whitman. Pensadores como Roland Barthes han intentado definir el qué o el por qué de la fotografía.
Pero el problema radica que ni siquiera en artes más antiguas se ha podido definir qué es la pintura sin acudir a sus términos formales, a sus definiciones de diccionario, definiciones que además han cambiado con el tiempo. El esfuerzo que sentí en La cámara Lucida lo valoro por introspectivo. Si el libro llega a alguna conclusión definitivamente la tomaré como una a la que llega alguien desde su particularidad y que además no quiere que su particularidad me abarque.
2
El punctum es su aportación más importante para mí, desde luego en la condición de estudiante (operator), el generar punctum es una ambición nueva, pero también me lleva a la autoevaluación y no encontrar en ninguna de mis fotos el punctum es decepcionante y poco alentador. Pero de inmediato traslado sus conceptos a otros ámbitos fuera de la fotografía y creo por ejemplo que el punctum está en otras expresiones artísticas; desde Barthes podría decirse que es artificioso encontrar el punctum en una pintura de Caravaggio, porque no es generado por la contingencia y la casualidad. Seguramente lo encontraré en piezas tridimensionales e incluso en lo multimedia.  
3
Las redes sociales como Facebook o Instagram difícilmente llegan a studium, son imágenes tan desechables, que incluso creo que el propio studium queda diluido, debido a lo sumamente visuales que somos, no hay ejercicio de retención y el studium es labor de quien ve la imagen (spectator); para Barthes las “sociedades consumen en la actualidad imágenes y ya no, como las de antaño, creencias” (Barthes p. 177). Llegar a tales estados, desde operator hasta studium requiere de un nivel de sensibilidad e introspección inusuales pero no difíciles de alcanzar (o recuperar). Esa sensibilidad de Barthes es necesaria en el desarrollo de nuestros propios proyectos; la forma en la que va deshilando su propio gusto, cuestionándose sin temor a no poder responder o peor aún, a poder responder, es indispensable para poder revalorar lo que hacemos como supuestos productores de objetos culturales y más profundamente averiguar qué sentido tiene lo que hacemos y lograr responder de manera parcial esas preguntas.
4
No sé si Barthes conoce la hiperfotografía y ver el encuentro de la frase “la fotografía no miente” contra el proyecto de Sputnik de Fontcuberta donde logró engañar al mundo entero a partir de fotografías intervenidas de tal suerte de trampantojo, es confuso y obliga aparentemente a tomar parte de alguna de las posturas. Pero quizá Fontcuberta carezca de Punctum. Lo que queda claro es que el encuentro de estas dos posturas favorece lo indefinible de la fotografía. Como ya mencioné para Barthes ahora solo se consumen imágenes porque ya no se consumen creencias y para Fontcuberta "Creer es mucho más cómodo que dudar. La duda implica una actitud crítica activa, mientras que creer es algo pasivo."
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Pero en la segunda parte del libro, en su palinodia, encuentra un segundo estado de punctum, más profundo y lúgubre. La foto es un testimonió de lo que fue, y que quizá en el mismo instante que la película registro esa imagen la contingencia de lo que había delante ya había desaparecido. También aquí encuentro un contrapunto con lo que está sucediendo ahora con la fotografía, al poder editar esa imagen, esa información que denota lo que fue es revitalizarla, desamortizar la información y darle un sentido a lo que nunca fue.


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