viernes, 16 de octubre de 2015

Lee Miller, Fotógrafa Surrealista




Lee Miller es una fotógrafa que hasta hace poco era desconocida para el mundo entero, ella siempre estuvo cerca de la fotografía de tal manera que volverse fotógrafa perece algo inevitable.

Fue modelo para Vogue donde conoció a Edward Steichen quien después la presentó con Man Ray. Ella se muda a Paris tras terminar su carrera como modelo para volverse aprendiz de Man Ray pero terminó siendo su modelo, amante y sí también su aprendiz. Su relación con Man Ray le dio un giro completo a su vida, con el descubrimiento de la solarización y su posterior éxito, elemento formal que utilizó durante un largo periodo de tiempo. En París ella comienza a hacer fotografía surrealista y conoce a los grades artistas de la época, Picasso, Paul Eluard, Jean Cocteau etc. De esta etapa podemos verlas reuiniones que tenía con tales figuras, resalta un retrato que le hizo a Picasso donde se siente el lazo de amistad que tenían.



Se separa de Man Ray y regresa a Nueva York donde pone su propio estudio fotográfico con ayuda de su hermano, pero fue un periodo corto y tras contraer matrimonio con Aziz Eloui Bey se muda a el Cairo, donde vivió cómodamente entre reuniones de gente acaudalada, se aburrió rápidamente e hizo viajes al desierto donde comienza por primera vez a fotografiar de manera libre, es de éste periodo donde podemos ver elementos que ya se habían asomado tímidamente en su etapa con Man Ray, consolidando un lenguaje propio, como los juegos visuales y las ventanas que aluden a la libertad, elementos constantes en la obra de Miller.


En la post guerra ella se hace fotoperiodista para la revista Vogue, donde hacia pequeños artículos y publicaba algunas de sus fotos. Había en la exposición de esta etapa varias fotografías que transmiten las consecuencas de la gerra, destrucción y violencia, como la fotografías de dos nazis disfrazados de civil que fueron capturados. Las tres fotografías más importantes de esta etapa son donde Miller se baña en la tina de Hitler y el incendio de la casa; en la primera no sé si Miller hace una burla al dictador, pero sí es cierto que es una fotografía que marca por un lado la intimidad de Hitler y por otro los depojos de la guerra que terminan en cenizas. 


Lo que queda por decir de Mller es su divorcio con Aziz Eloui Bey y su segundo matrimonio con Roland Penrose con quien tiene un hijo y abandona casi por completo la actividad fottografica, hasta que se muda a Farley Farm House en Sussex, aquie hizo algunas fotografías que recuerdan a su etapa con Man Ray, ya que seguía rodeándose de artistas como Max Ernest haciendo juegos visuales.
Hablando ya de su fotografía la más importante quizá es aquella en la que ella no sentía la necesidad de cumplir con alguien, como en su estanca en el Cairo donde podemos ver ese entendimiento y dominio del lenguaje propio de Miller. 

La importancia que veo en su fotografía es la manipulación de la imagen como los fotomontajes que hacía para la revista Vogue o la propia solarización que juegan un papel importante para lo que hoy conocemos como algo completamente normal, ya no nos sorprende ver a personas encerradas en botellas de cristal. 
No puedo dejar de pensar que Miller siempre estuvo posicionada por su situación económica en un circulo que le permitió andar con cierta libertad dentro de los círculos de la elite artística de finales del siglo XX y que aunque no logró la notoriedad del propio Man Ray quizá vivió una vida con más libertades que el peso de ser un renombrado artista. Es entonces donde yo no entiendo si ese anhelo de libertad que vemos en la mayoría de su obra es más un cliché o un deseo de estar a la altura de los hombres que la rodearon y con lo que no podía competir. 

Lo que me hace preguntarme si a caso eso le importaba y por qué creo que a ella pudo preocuparle en algún momento.

Pedro Meyer/Joan Fontcuberta y la hiperfotografía



Nos están enseñando a mentir

Pedro Meyer, nacido en España y radicado en México es el fotógrafo mexicano más importante en los últimos tiempos. También curador, crítico y fundador y director de Zone Zero uno de los portales de fotografía más visitados y exitosos en el mundo. Conocido por publicar el primer CD-ROM con sonido e imágenes titulado “Fotografío para recordar” disponible en youtube. Es fundador y director de la Fundación Pedro Meyer.
Joan Fontcuberta es un fotógrafo Español, ganador del Premio internacional de la Fundación Hasselblad (2013), también es escritor, curador, editor y maestro.

Ambos españoles, y escépticos ante la imposición tradicional de que la fotografía dice la verdad, de que es un testigo objetivo de lo que sucede. Ellos consientes de que desde sus inicios la fotografía ha mentido han abordado su propio trabajo desde la mentira. 

“(…) Toda fotografía es una ficción que se presenta como verdadera. Contra lo que nos han inculcado, contra lo que solemos pensar, la fotografía miente siempre, miente por instinto, miente porque su naturaleza no le permite hacer otra cosa. Pero lo importante no es esa mentira inevitable, lo importante es cómo la usa el fotógrafo, a qué intenciones sirve. Lo importante, en suma, es el control ejercido por el fotógrafo para imponer una dirección ética a su mentira. El buen fotógrafo es el que miente bien la verdad (...)” (Fontcuberta, 1997)

Pedro Meyer tiene una cantidad de trabajo impresionante, pero una obra importante respecto a la hiperfotografía es “Fotografío para recordar”, un video de 30 minutos donde el autor nos narra la vida de sus padres, hasta sus muertes. Mientras nos narra los hechos que sucedieron a lo largo de sus vidas nos muestra fotografías que en su mayora fueron tomadas por él. Es decir que es sonido, y foto en un lenguaje que suceden al mismo tiempo pero no es imagen en movimiento, no es secuencial tal movimiento pero sí la narrativa. Va más allá de la imagen por decreto del autor. Esta historia que narra es tan desgarradora como las propias imágenes y sorprende la manera en que hasta en los momentos más difíciles e íntimos Pedro es capaz de tomar su cámara y disparar. Pongo el ejemplo de esta obra porque se contrapone al hecho de que la hiperfotografía responde a la mentira en las imágenes, aquí vemos como la hiperfotografía ayuda a que entendamos mejor y más claramente las intenciones de Pedro. No obstante Fontcuberta deja entrever esa posibilidad en su discurso. Con esto no quiero decir que Pedro no mienta con la imagen, en la fotografía “los Meyer” que también es mencionada por Ritchin podemos ver a Pedro dos veces, una como infante con su padre y otra como adulto con su hijo. La idea simbólica del crecimiento en una imagen donde se refleja como hijo al igual que su propio hijo y como padre en concordancia con su padre, un espejo de tiempos distintos vertidos en un instante. Quien vea esta imagen pensará que son un par de hermanos con sus respectivos hijos.



Por otro lado en el sitio de Fontcuberta está plagado de hiperfotografía, es el sitio por excelencia que describe Ritchin, más ordenado claro que las propias ideas que planteaba Ritchin. Pero además es un mosaico interactivo de texto y fotografía. Con su proyecto “Sputnik” Fontcuberta demostró con creces el poder de la fotografía para mentir.

Pero la reflexión que más me interesa en torno al pensamiento de Fontcuberta es que muchos de sus proyectos son en contra de lo testimonial que puede ser la imagen, que queda claro que lo ha sido (hoy podemos saber cómo era el zócalo en 1930), pero nosotros al ser estudiantes de arte, en ejercicios simples como punto y línea pensamos que encontramos en los cables de luz con el fondo azul del cielo tres líneas y lo fotografiamos, y subir esa imagen a Flickr y titularla “línea cruzando el cielo” es mentir. En qué sentido entonces poner un hipervínculo a esa imagen con la localización exacta del google maps con comentarios acerca de esa imagen y como un cable tiene posibilidades de “ser” una línea puede atravesar ese umbral y volverse algo verdadero.
Entonces creo que la hiperfotografía no busca la verdad, sino solo señalar que miente.

Premio internacional de la Fundación Hasselblad

Hiroshi Sugimoto

El premio Hasselblad es el mayor galardón que se le puede otorgar a un fotógrafo hablando internacionalmente, fundado en 1980 por Fundación Erna y Víctor Hasselblad y otorgado a figuras tales como Manuel Álvarez, Henri Cartier-Bresson, William Klein; distingue sobre todo a artistas que han logrado una labor profunda y sobresaliente en este formato.
Hiroshi Sugimoto es un fotógrafo japonés que radica periódicamente en Nueva York y Tokio. Suele trabajar en series, de las cuales destacan “Dioramas” y “Portraits”, sus series suelen tener los mismos elementos estéticos.

Nació y creció en Japón, se dice que sus primeras fotografías las tomo en una sala de cine mientras se reproducía una filmación de Audrey Hepburn. Estudió sociología en la Universidad Rikkyo en Tokio
La manera de ejecutar una fotografía de Hiroshi Sugimoto es compleja, usa largos tiempos de exposición, en una cámara de 8X10 de gran formato lo hacen un portento técnico.

Lo que veo en la obra de Hiroshi en una profunda reflexión de la imagen llevada a cabo de una manera paciente, calmada, pero poderosa y activa. En su serie "Dioramas" logra confundir al ojo para hacernos pensar que esas escenas realmente pasaron, haciendo un juego simbólico tan fuerte que revela una cantidad de preguntas, es decir que transmite más que el solo hecho de adivinar que esas “escenas” que vemos no son sino dioramas.  Dice Sugimoto que lo primero que hizo al llegar a Nueva York era ser un turista y que termino de algún modo en el Museo de histora natural y que al ver los dioramas le parecieron falsos, pero que al entrecerrar los ojos él podía “ver como la cámara” y entonces le parecieron más reales. Fue entonces que se dispuso a fotografiarlos para recrear esa sensación, que nos hace recrear en la falsedad de la imagen. Algo que vimos tanto con Sontang y con Ritchin, la cámara nos miente y Sugimoto lo usa a su favor en una suerte de trampantojo. 




Lo mismo sucede con su serie “Portraits” donde retrata figuras de cera de personajes históricos, pero esta vez usando un montaje de luz que genera dramatismo. Se basa en el famoso retrato que hizo Hans Holbein el Joven de el rey Enrique VIII. Utiliza dos estructuras simbólicas, por un lado las figuras de cera son retratos de personajes de poder, al igual que el rey Enrique VIII; por el otro son figuras de cera que al ser retratadas (como los dioramas) parecen reales. Entonces las figuras al ser personajes importantes dotan de ese poder al retrato apoyando así lo “real” en la imagen. Una tercera estructura simbólica podría ser la intención de sustituir a la pintura, con un modelo recreado, es decir que a partir de puras falsedades construye algo que parece ser real. Sugimoto remata diciendo: 

If this photograph now appears lifelike to

you, you had better reconsider what it means to be alive here and now.



- Hiroshi Sugimoto





Es claro entonces que su intención ahora no solo deviene en lo real y lo falso, sino que ahora nos habla a cerca de la vida y la muerte.

Una característica en la obra de Sugimoto es como ya mencioné las largas exposiciones en películas de gran formato, sus primeros experimentos con estas herramientas es la serie “Theaters”, donde motivado por una visión en un sueño, fotografía un largometraje completo en una sola exposición. Es decir que deja abierto el obturador de la cámara durante la proyección de una película entera. Lo que obtiene en la pantalla en blanco y el cine iluminado. Se dice que las películas tristes dejan menos iluminación a la sala de cine que las películas que tienen un final feliz. La reflexión que me da es otra vez una dicotomía ante la felicidad (luz) y la tristeza (sombra), este juego de contrarios, que sin uno el otro no existe. 




Otra serie que habla de la luz y los tiempos de exposición es “In praise of shadow”. Es capturar durante toda una noche como se consume una vela, capturando el recorrido de la flama. Este recorrido comienza de arriba hacia abajo. Sugimoto dice que captura “la vida de una vela”, su motivo es la domesticación del fuego. Él controla esta vida y le permite vivir y le da un significado a esa vida, y es que nos muestre su camino a la sombra, a su extinción para dejarnos a ciegas, cuando Sugimoto cierra el obturador. 



No toda la obra de Sugimoto son dicotomías que luchan sin cesar, por ejemplo en “Seascapes” retrato el mar y su horizonte durante largos periodos de exposición, algunos de hasta tres horas. Todas las fotos que fueron tomadas en distintos lados del mundo son exactamente del mismo tamaño. Lo que retrata es el mar y el aire, cosas elementales que generan algo igual de elemental: una línea que divide la fotografía en dos, arriba y abajo, aire y agua, pero que a lo largo de las distintas fotos vemos como esa línea llega a fundirse. Para Sugimoto estos elementos en conjunto son la vida. 




Sugimoto puede parecer muy elemental en su trabajo, pero es un trabajo profundo, reflexivo y sobre todo paciente. Logra con elementos simples acercarnos a sus inquietudes, no da las respuestas, pues no es su interés.Ganar el premio Hasselblad si bien es una manera de legitimar al fotógrafo como “el mejor” y marcar una tendencia en la forma de hacer fotografía, también es y quizá más importante para mí, un indicador que nos demuestra cómo cuando un artista tiene claro lo que quiere de sí mismo y sigue con fiel sinceridad ese camino logra imágenes que nos interrogan y nos desplazan.